El día de los hechos,  los agentes se encontraban de servicio con las luces prioritarias encendidas, se colocan tras el vehículo en el que viajan cuatro personas. El vehículo, al percatarse de que tiene un cohe de policía detrás, comienza a acelerar bruscamente por l acarretera incorporándose a una rotonda a gran velocidad.

Se realiza un seguimiento controlado a este vehículo y en ningún momento atiende a la llamada realizada por los agentes. El vehículo que circulaba por la carretera se adentra en la ciudad realizando una serie de maniobras peligrosas e imprudentes. Adelanta a los coches a gran velocidad y estos se ven obligados a apartarse de los carriles para evitar colisionar. Además, el vehículo se salta varios semáforos en rojo perfectamente visibles poniendo en peligro la vida de las personas, denotando un menosprecio por la vida e integridad física de terceras personas.

El vehículo finalmente es controlado tras perseguirle durante unas callles y  se procede a la identificación de su conductor al que se le informe de la posible comisión de un delito de contra la Seguridad por conducción con temeridad manifiesta y con concreto peligro a personas.

No confome con los hechos que se le imputan.

Valoradas las pruebas practicadas en el acto de juicio oral no se puede alcanzar la convicción de que el acusado sea autor de del delito de conducción temeraria del que es objeto de acusación. Practicada la prueba en el acto de juicio oral, bajo los principios de inmediación, oralidad, publicidad y concentración, básicamente la declaración de los agentes de la guardia civil que tuvieron intervención en los hechos, junto con la declaración del propio acusado, la de dos testigos de la defensa y la documental ya obrante en autos, tan solo existe una mera sospecha, sin embargo, la simple conjetura no puede enervar la presunción de inocencia que el artículo 24 de la Constitución Española ampara a toda persona acusada de cualquier infracción penal.